Como si la gripe asiática que tuvo que afrontar el continente en 1957-1958 no fuera suficiente, Asia se enfrentó a un nuevo brote de gripe 10 años después.

Llamada gripe de Hong Kong, el primer brote apareció el 13 de julio de 1968 y, unos meses después, mató a unas 750.000 personas.

Hoy en día, no se sabe con certeza el número de muertes, pero se estima que la enfermedad se cobró entre 1 y 3 millones de vidas, incluido medio millón de residentes de Hong Kong, que constituían el 15% de su población en ese momento.

Transmitida por aves, especialmente aves camperas y antihigiénicas, la gripe de Hong Kong provocó fiebre alta, cansancio y dolor en las articulaciones.

Con una progresión rápida y abrumadora, la enfermedad se extendió por todo el continente asiático, llegando incluso a las tropas estadounidenses que luchaban en la guerra de Vietnam.

De hecho, fue a través de ellos que el virus entró en Estados Unidos en septiembre de 1968, lo que tuvo un gran impacto en el conflicto.