Hace diez años, si alguien te hablara de la educación a distancia, es decir, la educación a distancia, probablemente harías caso omiso. En un pasado no muy lejano, era común dudar de este método, cuestionando la efectividad real del aprendizaje.

Con la pandemia, esto cambió forzosamente. Aunque todavía hay quienes se niegan a ceder, la gente se vio obligada a estudiar a distancia. Se dieron cuenta, sin embargo, que la efectividad de Ead no se limita a si tiene o no un lugar físico, sino al esfuerzo individual de cada persona.

La calidad de la enseñanza sigue siendo la misma, al igual que la disponibilidad de los profesores para responder las preguntas de los estudiantes. Sin embargo, al igual que en las instituciones educativas tradicionales, sólo aprenden quienes se dedican. No hay misterio ni secreto.